lunes, 28 de marzo de 2011

En la obsuridad del inframundo

Ayer bajé al inframundo, muy tarde, a esas altas horas cuando uno está completamente solo, para buscar en lo más profundo y negro, algo de luz.
Volví a verte, fue muy duro, muy difícil... Intente ver tus ojos, en esa mirada tan dulce, la mentira, intenté escuchar en tu voz falsedad, ironía; también busqué en tus besos -lo más genuino que una persona puede dar- aire frío y calculador...

Ayer encendí la película con un objetivo en mente, como cuando uno la ve una y otra vez para aprenderse algún diálogo, descubrir nuevos detalles o encontrar errores de edición que nos sorprenden y nos hacen reír.
Todo eso tiene un propósito, hay algo en esa película que nos intriga de más. Porque las películas que nos gustan, nos gustan y ya, no reparamos en nada más con ellas, no lo merecen ni ameritan.

Ayer intenté con todas mis fuerzas por fin ver eses cortes que nunca vi, algún exceso de maquillaje, también me fijé que el sonido y la actuación eras geniales.
No pude ver error alguno. Lo que hasta ahora comprendí, aún cuando haya sido lo más evidente de todo, es que las películas, son eso, películas, y están completamente fuera de la vida real.

sábado, 26 de marzo de 2011

El regreso de un arcoiris a su lluvia y su sol


Descansando de amar

Espero curarme de ti

Espero curarme de ti en unos días.
Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte.
Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno.
Me receto tiempo, abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana?
No es mucho, ni es poco, es bastante.
En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado.
Y también el silencio.
Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama.
Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero».

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo.
Para dártelo.
Para que hagas con él lo que quieras:guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura.
No sirve, es cierto.
Sólo quiero una semana para entender las cosas.
Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.

Jaime Sabines