Disfrutadora oficial de pláticas eternas acompañadas de humo y vino -aunque la meta siempre vaya a ser dejar el humo por completo-, de salidas con potencial de conversación a la mañana siguiente, de noches frescas alumbradas sólo por la luna, de lecturas trasnochadas de poemas, frases o escritos que me hacen sentir bien. De buena música, buena comida y buena compañía. De Klimt, Picasso y Benedetti. Del chocolate amargo, del flamenco, de las orquídeas blancas y las palomitas de caramelo.